viernes, 17 de abril de 2009

La llave

A veces la miro a un solo ojo cuando la hablo. Es una sensación un poco extraña. Quiero dejar de mirarle el ojo, pero a la vez estoy tan sumamente intrigada con esta nueva fijación que no consigo redirigir mi mirada. Es su ojo derecho. La verdad es que no tengo muy claro si ella lo nota. Creo que está incomoda, aunque igual la que lo está soy yo. ¿Me pondré bizca al mirarla? Es ese ojo… Ese ojo que no llora, que tampoco parpadea en exceso, que suele ser bastante poco expresivo. Aunque no sé que es lo que me lleva a pensar que, en realidad, se muere por expresar. No la miro ni al ojo izquierdo ni a la ceja ni a los pegotes de rimmel que hay todos los días en sus pestañas. Es una simple mirada fija. Mis ojos clavados en su pupila derecha que es, como no podría ser de otra manera, redonda y negra... Pero no consigo desviar mi obsesión, ¿y es que no hay más? El leer entre líneas me atemoriza, pero no dejará nunca de sorprenderme. Una pupila exageradamente negra. El agujero negro de su existencia. Su ser. La llave. Ella. Su ojo derecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario