martes, 21 de abril de 2009

Reconversión de un sentimiento en expresión

Para conferirle al texto una mayor cercanía, así como para conseguir una mejor asimilación del tema aquí a tratar, la autora cree conveniente aclarar que durante todo el encuentro senti-expresivo se usarán los nombres de ESE y SIÓN para sentimiento y expresión, respectivamente.

ESE no se levanta una mañana cualquiera realizado como sentimiento. Todo en esta vida lleva su tiempo. Se trata, por tanto, de una continúa evolución emocional y de un posterior y complejo proceso de adaptación a la nueva situación. Ya decía Miguel de Unamuno: “siente el pensamiento, piensa el sentimiento”. Pero no sé por qué no termina de convencerme, así que en un intento por satisfacer al completo mi intuición, voy a tomarme modestamente la licencia de reescribir la cita del genio y usar “emoción” en vez de “pensamiento”. Pues bien, la emoción no es más que es una respuesta inconsciente, positiva o negativa, a un estímulo exterior cuya intensidad depende directamente de la sensibilidad del individuo en cuestión. Son infinitos los grados de sensibilidad humana, de ahí que existan distintas categorías del ser: hipersensibles, sensiblones, indiferentes, analfabetos, trogloditas emocionales… Y aunque no se trate de un elemento meramente determinante en el proceso que culmina con el encuentro senti-expresivo, que es lo que aquí interesa, bien es verdad que cuantas más alarmas activadas, antes se detecta el incendio. Si es que lo que hay que detectar es fuego, claro… Por tanto, parece que la emoción surge de manera incontrolada e inconsciente y es en este punto cuando entra en juego la razón, pues es el complejo resultado de la racionalización emocional lo que conforma a ESE. Además, nadie, absolutamente nadie, puede escapar de su propio proceso de maduración. Ni Peter Pan. Ni, por supuesto, tampoco ESE.

Una vez entendido todo lo anterior, ya tenemos el terreno lo suficientemente tanteado como para comenzar la historia afirmando: ESE se levantó una mañana sintiéndose sentimiento, pero con gases, muchos gases…

Todo gas necesita ser expulsado. Es una cuestión de vida o muerte. Y, aunque en un principio parece algo socialmente aceptado, el todo y el nada se asientan en un plano meramente superficial. En realidad, no llego a comprender cómo se puede estar tan esquizofrénicamente empeñado en utilizar ingentes cantidades en polladas antiabortistas y no concederle la más mínima atención al meteorismo intestinal. Así que, ESE no se lo debió pensar dos veces y ni corto ni perezoso decidió prepararse para descargar. Se trataba simplemente de buscar el orificio adecuado para expulsar la flatulencia justo en el mismo momento en que ella pidiese salir. Sin embargo, de repente y aparentemente sin motivo alguno, se echó para atrás. Parece que le empezó a importar el hecho de no dormir solo… Se contuvo. Y así, mañana tras mañana. Resultado: un episodio de meteorismo intestinal agudo con espasmos y distensión abdominal, conocida vulgarmente como hinchazón de tripa.

Lo que ESE no sabía es que su intestino flatulento era el fiel reflejo de su dilema existencial. Los sentimientos necesitan de una razón, de una correcta expresión, para ser satisfechos y hacernos sentir equilibrados. Sin embargo, bien es verdad que, a pesar de que este argumento suene tan vertiginosamente convincente, la práctica resulta siempre más difícil que la teoría. Quizá fue el miedo a sentirse vulnerable, el miedo al juicio ajeno, la educación mamada, la moral o bien la matriz heterosexual, que tanto critican Monique Wittig, Virginie Despentes o Beatriz Preciado, lo que provocó que ESE se hiciese literalmente pis cuando conoció a SIÓN. Trató por todos los medios de ignorarla, de hacer como si no existiese. El dicho aquel: “más vale ponerse una vez rojo que ciento amarillo” no iba con él. Y así, día tras día. Resultado final: un fuerte cuadro de ansiedad, agudizado por un proceso de desrealización y despersonalización.

Era tan fácil como conectar con uno mismo... Bajo esa desrealización, marchaba una multitudinaria manifestación sindical de sub-sentimientos. A la cabecera y portando el lema de la marcha (“¡Por una digna razón de ser!”), se encontraban la violencia, el odio, la alegría y la pena.

3 comentarios:

  1. me ha encantado mery=)
    miss you...
    patri

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  2. muy bueno, con un toque de humor, se ve que cuando se juntan el sentimiento y la expresión surge una relación de amor odio...

    Un salduo

    Kurtz

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  3. Sobri, este me parece inteligente pero algo más enrevesado, el asunto es intenso y profundo, es un dilema de filosofo no apto para todos los lectores. Beos, tu tio el pequeño.

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